La Jornada
México, 1/4/09
Desde la City,
capital del país que inventó e implementó hasta sus últimas consecuencias
letales el neoliberalismo financiero global, Martin Wolf, otrora fanático de la
globalización y editor de economía de The
Financial Times, el periódico
portavoz del depredador modelo desacreditado y desacralizado, formula las
exequias del paradigma que gobernó insensatamente al mundo durante tres décadas
(en realidad, fue desde 1991, fecha del colapso de la URSS que dio pie al
unilateralismo financiero global de la dupla anglosajona).
Wolf (The Financial Times, 8/3/09), apologista inveterado del neoliberalismo global (publicó un
libro ¿Por qué funciona la
globalización?, Yale University Press, 2004)
justamente cuando el modelo había derrapado, comenta “ las semillas de su propia destrucción ” del neoliberalismo: “ otro dios ideológico ha sucumbido ” .
A nuestro juicio, el
problema radica en ubicar correctamente la fecha de las exequias del cadáver
del modelo neoliberal, que pudieron haber sido en 1997 (quiebra de LTCM); en
2000 (ascenso al poder del bushismo unilateral); en 2001 (montaje hollywoodense
del 11/9); marzo de 2004 (cuando British Petroleum delató que los ejércitos de la
dupla anglosajona no podían controlar los pletóricos yacimientos de
hidrocarburos de Irak), o el 15 de septiembre de 2008 ( “ quiebra ” de Lehman Brothers).
Qué más da: en el
lapso de los recientes 12 años, el modelo neoliberal global clínicamente estaba
muerto, realidad lúgubre que se negaban a admitir, pese a su putrefacción
universal, los financieros forenses de la City y Wall Street.
Wolf ejerce la
función del anatomista patólogo que busca descubrir las causales de la
defunción del pestilente cadáver.
Se pudiera alegar
que con un lapso entre un mínimo de seis años y un máximo de 17, el capitalismo
neoliberal sucumbió detrás del “ socialismo revolucionario ” ,
como le llama Wolf.
Qué no habremos
visto durante un siglo con la muerte de cuatro ideologías, para no decir
teologías, totalitarias: el fascismo, el nazismo, el comunismo y ahora el
neoliberalismo global. Definitivamente los humanos (de)pendemos de un hilo muy
frágil para sobrevivir en medio de los totalitarismos teológicos de la
historia.
Wolf asienta que “ los supuestos que gobernaron las
políticas durante más de tres décadas, súbitamente (sic) están caducas, como el
socialismo revolucionario ” cuando “ los gobiernos inyectan millones de millones de
dólares, euros y libras para intentar rescatar sus sistemas financieros ” . ¿Y qué tal si regresa el “ socialismo revolucionario ” ?
Con un retraso de
casi tres décadas, Wolf se va a la yugular de Alan Greenspan, el culpable
favorito, que ha sido colocado en la picota universal por haber propiciado y/o tolerado
la mayor crisis financiera de la humanidad: “alumno de Ayn Rand (nota: la
teóloga esotérica del individualismo misántropo) y principal banquero central
de la época, quien confesó en su testimonio ante el Congreso, el pasado
octubre, encontrarse en “
estado de choque e incredulidad ” debido
al fracaso del autointerés (sic) de las instituciones de crédito por proteger
el capital de los accionistas”.
Repite lo
archisabido sobre el inicio del modelo neoliberal global con el ascenso al
poder de Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos
(EU), en medio de “
cambios ” en China e India que se
voltearon más hacia el “ mercado ” , lo que en su conjunto marcaba “ la muerte de la planeación central ” , que llegó a su paroxismo con la caída del comunismo
soviético “ entre 1989 y 1991 ” . Esto es muy discutible, ya que China e India, más
que desregularse al estilo sicótico anglosajón, se orientaron a “ economías reguladas de libre mercado ” (al estilo del añejo “ PRI revolucionario ” , anterior al desviacionismo neoliberal que se inició
con De la Madrid Hurtado y que prosiguieron Salinas y Zedillo: los tres
criptopanistas).
Asevera que “ el impacto de la crisis será
particularmente severo en los países emergentes ” y acepta que en medio de “ una inmensa (sic) crisis financiera global y del
desplome sincronizado en la actividad económica, el mundo está cambiando de
nuevo ” . Si, como aduce, “ el sistema financiero es el cerebro de la economía
de mercado ” , entonces, el
capitalismo anglosajón se encuentra totalmente descerebrado.
Confiesa su deriva
mental: “
es imposible (¡supersic!) en este punto de inflexión saber adónde vamos ” . No se percata de que el mundo va que vuela a la
desglobalización, a la regionalización nacionalista y al neoproteccionismo
patriótico, como sostuvimos en nuestros libros premonitorios (El fin
de una era. Turbulencias en la globalización,
Editorial del Zorzal, Buenos Aires, 2007, y Hacia la
desglobalización, Editorial Jorale, 2007)
con antelación al estallido del tsunami financiero global.
Arguye que “ la combinación del colapso (sic)
financiero con una inmensa (sic) recesión, si no ocurre algo peor (léase: la
gran depresión), seguramente (sic) cambiará al mundo. La legitimidad (sic) del
mercado será debilitada. La credibilidad (sic) de EU será dañada. La autoridad
de China aumentará. La misma globalización puede irse a pique. Éstos son los
tiempos de la revuelta ” . ¡Ah,
caray!
Contempla la
probabilidad de la “
desglobalización ” y una mayor
regulación, y confiesa, muy a destiempo, que “ la era de la liberalización contenía las semillas de
su propia destrucción ” para
emprender su análisis forense que venimos asentando desde hace más de 10 años
en el libro agotado El lado oscuro de la globalización:
post-globalización y balcanización,
Editorial Cadmo & Europa, 2000.
Wolf argumenta que “ el mundo de las pasadas tres
décadas de liberalización financiera ha concluido ” , pero que, “
a diferencia de la década de los treinta, no existe una alternativa creíble a
la economía de mercado ” . Aquí
discrepamos del fracasado teólogo del neoliberalismo global: en la geopolítica
se generó un empate técnico entre EU y Rusia, mientras en el ámbito
geoeconómico el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) va en ascenso, en
detrimento del G-7.
El grave problema
radica en el dolarcentrismo al que se ha aferrado la dupla anglosajona como su
último círculo de defensa para mantener su hegemonía global. Asistimos a la
gran paradoja del dólar: una divisa prácticamente sin valor, pero todavía muy
funcional, cuando las otras divisas del BRIC y de las regiones de las economías
emergentes (Sudamérica, las potencias petroleras del Golfo Pérsico y el sudeste
asiático) no son competitivas ni cuentan con divisas sustituibles hasta ahora.
Más aún: en su reciente
boletín, GEAB (número 33) de LEAP/Europe 2020, expone persuasivamente la guerra
de divisas que se escenifica en el marco de la cumbre del G-20 de Londres,
cuando el eje anglosajón le ha declarado la guerra al euro.
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