jueves, 2 de mayo de 2013

Sobre el imperialismo y la pirámide imperialista - Aleka PAPARIGA


Uno de los asuntos que plantea el oportunismo contra el Partido es nuestra evaluación (que por cierto no es nueva ya que se menciona en el Programa actual y fue elaborada en el 15º Congreso, en 1996) que el capitalismo griego está en la fase imperialista de desarrollo y que ocupa una posición intermedia en el sistema imperialista internacional, con una fuerte dependencia de los EE.UU. y de la Unión Europea.
Ellos atacan nuestra posición de que la lucha por la defensa de las fronteras, de los derechos soberanos de Grecia, desde el punto de vista de la clase obrera y de los sectores populares, está inextricablemente ligada con la lucha por el derrocamiento del poder del capital. El pueblo griego no debe defender los planes de guerra de uno u otro polo imperialista, la rentabilidad de uno u otro grupo monopolista.
El PCG tiene una rica experiencia que confirma plenamente la posición leninista sobre la relación entre el imperialismo –como la fase superior del capitalismo- y el oportunismo en el movimiento obrero, lo cual es un asunto que no está relacionado sólo con Grecia, sino con todos los países capitalistas. No es casualidad que la esencia económica del imperialismo, que es el monopolio con sus rasgos característicos, es subestimada o se deja de lado también por los partidos comunistas que se han adherido al oportunismo ya sea antes o, principalmente, después de la victoria de la contrarrevolución en los países socialistas.
La percepción oportunista sobre el imperialismo y la negación de la existencia de un sistema imperialista internacional (pirámide imperialista)
El término imperialista se ha puesto muy de moda recientemente en Europa y en Grecia entre fuerzas que no lo utilizaban con frecuencia o tan fácilmente en los años anteriores. El problema es que el imperialismo se presenta como algo diferente y distintivo del capitalismo, como un concepto político separado de la base económica, una posición que fue respaldada fuertemente por el padre del oportunismo, Kautsky. El oportunismo resulta, entre otras cosas, incapaz de modernizarse; repite a Kautsky, recurre a argumentos anticientíficos, se centra deliberadamente en la superficie y no en la esencia. No está en su interés y, por lo tanto, no puede ver el panorama total de la economía capitalista mundial en sus relaciones internacionales mutuas. Él, que no quiere entender la esencia económica del imperialismo y ver en esta base la superestructura ideológica y política, al final lo absuelve, lo apoya y siembra ilusiones entre las masas obreras y populares de que existe capitalismo bueno y malo, gestión burguesa buena e ineficaz. En último análisis, el oportunismo quiere una sociedad capitalista sin las supuestas desviaciones, llamando desviaciones a las propias leyes de la economía capitalista y sus consecuencias. Oculta a los pueblos la esencia clasista de la guerra, ya que la critica desde el punto de vista moral por sus consecuencias trágicas. Siembra la ilusión de que el capitalismo puede garantizar la paz si se imponen los principios de igualdad y libertad, de entendimiento político entre los países capitalistas rivales, si se ponen reglas en la competencia intercapitalista.
El oportunismo, el reformismo, repite con un estilo innovador la percepción antigua, vieja y anticuada de que el imperialismo se identifica con la agresión militar contra un país, con la política de las intervenciones militares, con los bloqueos, con el esfuerzo de reactivar la antigua política colonial. En Europa, los oportunistas identifican el imperialismo con Alemania y con el dogmático, según dicen, punto de vista liberal autoritario. La política de los EE.UU. bajo la administración de Obama se considera progresista por las diferencias parciales con Alemania sobre la gestión de la crisis, o se considera imperialista solamente en relación con América Latina. Se considera como progresista cada intento de la clase obrera, por ejemplo de Francia o de Italia, de confrontar el antagonismo con el capitalismo alemán. El oportunismo en Grecia tiene como posición fundamental la de que el país está bajo ocupación alemana, que se ha transformado o que se está transformando en una colonia, que la están saqueando la señora Merkel y los acreedores. El enemigo principal, aparte de la propia Alemania, es la tríada de la Unión Europea, del Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional que supervisan y determinan la gestión de la deuda externa e interna y del déficit fiscal. Acusan a la burguesía del país y a los partidos gubernamentales de traidores, antipatriotas, subordinados y serviles a Alemania, a los acreedores o a los banqueros.
Ellos acusan al PCE por nuestras evaluaciones sobre el capitalismo griego en el sistema imperialista internacional, lo cual no aceptan que exista. Consideran que Grecia es un país ocupado principalmente por Alemania y que el régimen es neo-colonial.
Utilizan de manera arbitraria la evaluación de Lenin en su obra conocida “Imperialismo, la fase superior del capitalismo”, de que un puñado, un pequeño número de Estados, saquean la gran mayoría de Estados en el mundo. Como consecuencia, el imperialismo se identifica con un muy pequeño número de países, que se cuentan con los dedos de una mano, mientras todos los demás países están subordinados, oprimidos, son colonias, países ocupados debido a la subordinación a la percepción liberal.
Hoy en día, hay pocos países en la cima, en las posiciones superiores del sistema imperialista internacional (lo cual se ilustra también con el esquema de una pirámide para mostrar los diferentes niveles que ocupan los países capitalistas). Incluso se podría decir que son un puñado de países, según la expresión leninista. Sin embargo, esto no significa que los demás estados capitalistas son víctimas de los estados capitalistas poderosos, que la burguesía de la mayoría de los países ha sucumbido a la presión, a pesar de su interés general, que llegó a ser corrupta. No significa que la lucha de los pueblos en Europa debe estar en dirección antialemana, y que en el continente americano debe orientarse solamente contra los EE.UU. No es casualidad que los oportunistas en Grecia dan como ejemplo positivo la superación de la crisis en Brasil y Argentina y exaltan la política de Obama.
Su insistencia en que no existe una pirámide imperialista, es decir que no existe un sistema imperialista internacional (sino solamente un número muy reducido de países que se pueden clasificar como imperialistas sobre todo debido a su posición hegemónica y de su capacidad de decidir lanzar una guerra local o generalizada), no es nada accidental o producto de una opinión equivocada; es consciente. De esto deriva su disposición a asumir responsabilidades en un gobierno burgués para gestionar la crisis.
Lo principal es que defienden la existencia de una etapa entre el capitalismo y el socialismo, con un objetivo claro. Por un lado, asegurar que la clase obrera renuncie a la lucha por el poder obrero y, por otro lado, prometer que en el futuro lejano e indefinido el capitalismo se transformará pacíficamente mediante reformas y sin sacrificios en socialismo, en su “socialismo”, en el que la propiedad capitalista va a coexistir con algunas formas de autogestión.
Cabe señalar que cuando se habla de una Grecia independiente y digna que resiste a la señora Merkel, aclaran que el país debe permanecer en la Unión Europea como Estado miembro, mientras esperan que la OTAN se autodisuelva, desligándose de las dependencias y los compromisos político- militares que impone.
Dicen que Grecia, siempre como miembro de la Unión Europea y de la OTAN, puede buscar préstamos, crédito, inversiones de otros estados como los EE.UU., Rusia y China, mientras que consideran que los gobiernos de Brasil y Argentina han logrado la liberación de sus pueblos del FMI. Como si las inversiones de estos estados no se basan en la adquisición del mayor beneficio posible y en la utilización de la fuerza de trabajo barata, en la utilización a largo plazo de recursos naturales y de materias primas locales, hasta que se agoten.
Incluso dicen que la restauración capitalista en los países socialistas abolió la Guerra Fría y que el mundo se ha vuelto mejor porque es multipolar, es decir, tiene muchos centros y nuevas potencias. Sin embargo, “se le olvida” el hecho de que estos nuevos “centros” y “potencias” se basan en el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, en el dominio de los monopolios en la economía, es decir que se trata de nuevas potencias imperialistas emergentes. En conclusión, el mundo no se ha vuelto mejor, ni más prometedor -aunque ya no existe el conflicto entre el imperialismo y el socialismo-, como sostienen los apologistas del capitalismo.
El oportunismo justifica su curso decadendente interpretando de modo arbitrario citas de Marx y Lenin
Debido a la existencia y la actividad del PCE, y principalmente debido a su táctica aventurera, pretenden aparecer como sustitutos del movimiento comunista, invocando fragmentos de Lenin, e incluso de Marx y Engels para acusar a nuestro Partido de haber abandonado el socialismo científico.
Hoy es absolutamente necesario recordar algunos elementos básicos del concepto leninista del imperialismo que han sido confirmados, así como destacar los desarrollos que se están acelerando y hacen aún más imperativo que antes la identificación de la lucha antiimperialista con la lucha anticapitalista. La respuesta al capitalismo no es, entre otras, el retorno imposible a la época del capitalismo de libre competencia, de empresas capitalistas dispersas, sino la necesidad y la vigencia del socialismo, la adquisición de preparación en condiciones de situación revolucionaria. Una preparación que, por supuesto, no se puede conciliar con el oportunismo en la lucha diaria.
Incluso si imaginamos lo inimaginable, es decir, si fuese posible volver al capitalismo de la libre competencia, esto conduciría inevitablemente de nuevo al nacimiento del monopolio. Las grandes empresas llevan dentro de sí la tendencia de convertirse en monopolio. Marx ya había dejado claro que la libre competencia crea el monopolio.
La historia ha demostrado que el monopolio, como consecuencia de la concentración del capital, como ley fundamental de la fase actual del capitalismo, es una tendencia general en todo el mundo y puede coexistir con formas de la economía y de la propiedad precapitalistas. A finales del siglo 19 la crisis económica aceleró la creación de los monopolios, como todas las crisis económicas cíclicas que aceleraron la concentración y centralización y el surgimiento de monopolios poderosos, la reproducción de la competencia a un nivel superior. El surgimiento de monopolios y su desarrollo, expansión y penetración no se lleva a cabo simultáneamente en todos los países, ni siquiera en los países vecinos, pero sin duda se produce de la misma manera, con la exportación de capitales que prevalece sobre la exportación de mercancías. El surgimiento y el fortalecimiento de los monopolios incluso si se limita a ciertos sectores a nivel nacional, al final causa anarquía en el conjunto de la producción capitalista. Esto fue particularmente característico en el siglo 20 y hasta hoy día, el desequilibrio en el desarrollo entre la producción industrial y agrícola, el desequilibrio en el desarrollo entre sectores de la industria. El desequilibrio no tiene que ver solamente con los sectores de producción sino además con el desequilibrio en la aplicación y la utilización de la tecnología. La política de saqueo, de anexiones, de conversión de estados en protectorados, la política de desmembramiento de Estados, no es el resultado de la inmoralidad política por parte de los imperialistas poderosos, ni tampoco es una cuestión de subordinación y cobardía por parte de la burguesía del país que experimenta la dependencia. Es un asunto que tiene que ver con la exportación de capitales y la desigualdad que es inherente al capitalismo a nivel nacional e internacional.
Grecia es uno de los ejemplos característicos que sin duda tiene un valor universal ya que el fenómeno no es meramente griego. Nuestro país tiene importante potencial productivo que, sin embargo, se ha desarrollado de forma selectiva en el curso de desarrollo capitalista, mientras que la incorporación del país en la Unión Europea y en general su relación con el mercado capitalista mundial ha llevado a un uso aún más restrictivo de sus recursos naturales. Brevemente, cabe señalar que Grecia tiene importantes recursos energéticos, importantes recursos minerales, producción industrial y agrícola, artesanía, es decir, recursos que pueden cubrir gran parte de las necesidades del pueblo como es la necesidad de alimentación, de energía, de transporte, de construcción de obras públicas, de infraestructura y de vivienda popular. La producción agrícola puede apoyar la industria en varios sectores. Sin embargo, Grecia, no sólo como resultado de la crisis sino de todo el curso de asimilación en la pirámide imperialista, se ha deteriorado aún más; depende de las importaciones mientras que los productos griegos no se venden y se entierran.
Se trata de una característica que muestra las consecuencias de la propiedad capitalista y de la competencia capitalista, tanto a nivel europeo como a nivel mundial.
Al igual que Kautsky, el oportunismo contemporáneo divide el capital en secciones separadas, centra su crítica en una de sus formas
Recordemos que Kautsky considera como enemigo sólo una parte del capital, el capital industrial que, con su política imperialista, lanza su ataque en primer lugar contra las zonas rurales y así se crea un desequilibrio entre el desarrollo de la industria y la agricultura. Supuestamente se trata de una desviación estructural. Los oportunistas contemporáneos afirman más o menos las mismas posiciones centrando su crítica contra el sistema bancario, los banqueros, el capital bancario, sin tomar en cuenta la fusión del capital bancario con el capital industrial, aunque se presentan como marxistas. Los desequilibrios que aparecen, incluso en los países capitalistas desarrollados y fuertes en las diferentes ramas y sectores, se atribuyen a la irracionalidad o a una tendencia hacia la especulación que ellos consideran que es inmoral puesto que hacen una distinción entre la rentabilidad y la especulación.
Pero la posición de que la exportación de capitales estaba orientada exclusivamente a las zonas rurales no se confirmó ni en el período en que el oportunista Kautsky estaba en pleno apogeo. En aquella época también la política de las llamadas anexiones, utilizando como palanca el capital financiero, afectó además las zonas industriales. Si el capitalismo en su fase imperialista apoyara todo el potencial de desarrollo de todos los países sin excepción, entonces no tendría tal nivel de acumulación capitalista para exportar capitales y explotar las materias primas y a la clase obrera de un gran número de países manteniéndolos atados con una variedad de relaciones de dependencia e interdependencia.
La Invocación del patriotismo con el fin de justificar la estrategia de la burguesía para tomar la mayor parte posible de la nueva distribución en condiciones de rivalidad imperialista implacable
Los oportunistas y los partidos nacionalistas en Grecia están diciendo a gritos que la burguesía, el Estado griego y los partidos burgueses no son patriotas sino traidores. En realidad, la burguesía de nuestro país, así como sus partidos, son muy conscientes del hecho de que incluso en condiciones de desigualdad es preferible adherirse a una unión imperialista porque es el único modo para reclamar una parte del botín y esperar tener un apoyo político-militar externo si el sistema empieza a temblar, si se intensifica la lucha de clases, para prevenir y aplastar el movimiento con la ayuda de los mecanismos militares de la Unión Europea y de la OTAN. El patriotismo de la burguesía se identifica con la defensa del sistema capitalista podrido.
En condiciones en que las contradicciones interimperialistas y mundiales conducirán a un conflicto militar, entonces la burguesía de Grecia tendrá que elegir al lado de un imperialista poderoso, al lado de qué alianza imperialista va a luchar para la redistribución de los mercados con la esperanza de tomar siquiera una pequeña parte.
Es imposible que la burguesía defienda los derechos soberanos a favor del pueblo; lo hará exclusivamente por sus propios intereses. Si es necesario, incluso ignorará sus intereses particulares a fin de no perder su poder, para mantenerla tanto como sea posible.
La teoría con respecto a un puñado de países dominantes
Cuando Lenin hablaba de un puñado de países que saquean un gran número de países, destacaba con muchos ejemplos y detalles una variedad de formas de saqueo de países coloniales, semi-coloniales o incluso no coloniales. En la cima de la pirámide está un pequeño número de países, ya que el capital financiero (una de las cinco características básicas del capitalismo en la fase imperialista como fusión del capital bancario con el capital industrial) está extendiendo sus tentáculos a todos los países del mundo.
La posición de un “puñado de países” define las diferentes formas de relaciones entre los países capitalistas que se caracterizan por desigualdad. Esto es lo que describe la pirámide con el fin de ilustrar la economía capitalista mundial.
Ante todo, Lenin dejó claro que el imperialismo es el capitalismo monopolista, es la economía capitalista mundial, es el prólogo de la revolución socialista en cada país.
Lenin aclaró las características del imperialismo: la concentración de la producción y del capital, la fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación de la oligarquía financiera, la exportación de capitales, la creación de uniones monopolistas internacionales. No se trata de una política de anexiones, de dependencias desde un aspecto moral o de un fenómeno que refleja una cierta visión política en el marco del sistema político burgués, una cosa que hacen sistemáticamente los oportunistas. Conecta directamente el imperialismo en las relaciones internacionales con el surgimiento del capital financiero en la fase imperialista del capitalismo y con su necesidad imperiosa de ampliar continuamente el terreno económico más allá de las fronteras nacionales con el objetivo de desplazar a los antagonistas. El desplazamiento del antagonista se podría hacer más fácilmente a través de la colonización, así como a través de la transformación de una colonia en un Estado políticamente independiente, sacando del medio el país capitalista-metrópoli, cuya posición la ocuparía otra potencia capitalista emergente a través de la exportación de capitales y de las inversiones extranjeras directas. Es importante e ilustrativa la diferente postura de la Gran Bretaña colonialista y de Alemania emergente como potencia imperialista.
El nuevo reparto del mundo a finales del siglo 19º y a principios del siglo 20º del que habló Lenin, se llevó a cabo entre los países capitalistas más poderosos. Sin embargo, en el juego del reparto, de la formación de la correlación de fuerzas negativa general se involucraron también otros Estados capitalistas, no se quedaron pasivos. Los países capitalistas fuertes repartían no sólo las colonias sino además países no-coloniales, mientras que aparte de las grandes potencias coloniales había también países coloniales más pequeños a través de los cuales se inició la nueva expansión colonial. Incluso se mencionan estados pequeños que mantenían colonias cuando las grandes potencias coloniales no lograban un acuerdo en el reparto.
Además, Lenin subrayaba que la política colonial existía incluso en las sociedades precapitalistas, pero lo que distingue a la política colonial capitalista es que esta se basa en el monopolio. Subrayaba que la variedad de relaciones entre los estados capitalistas en el período del imperialismo se convierten en un sistema general, constituyen parte del conjunto de las relaciones del reparto del mundo, se convierten en eslabones de las cadenas de operaciones del capital financiero mundial. En el período al que se refiere Lenin, y aún más hoy día, las relaciones de dependencia y de saqueo de materias primas existen también a expensas de no-colonias, es decir, estados con independencia política.
Después de la Segunda Guerra Mundial y del establecimiento del sistema socialista internacional, se llevó a cabo necesariamente la máxima agrupación del imperialismo contra las fuerzas del socialismo-comunismo y se intensificó su agresividad, su expansionismo económico, político y militar multifacético. Bajo el impacto de la nueva correlación de fuerzas, comenzó rápidamente el desmantelamiento de los imperios coloniales, del imperio francés y del británico. Los Estados capitalistas más poderosos se vieron obligados a reconocer la independencia de los Estados nacionales, bajo la presión de los movimientos por la independencia nacional que disfrutaban el apoyo múltiple y la solidaridad de los países socialistas, del movimiento obrero y comunista.
En el período posguerra, una serie de países no se incorporaron plenamente en los organismos político-militares y económicos del imperialismo, ya que tenían la posibilidad de establecer relaciones económicas con los países socialistas, a pesar de que la correlación de fuerzas se mantenía a favor del capitalismo. Se vuelve a confirmar la variedad de relaciones, de interdependencias así como de obligaciones en el marco del mercado capitalista mundial.
En la última década del siglo 20 la situación empezó a cambiar como resultado de dos factores que interactúan entre ellos, pero cada uno tiene su autonomía relativa. Los países capitalistas más maduros y poderosos, que están en la cima de la pirámide, con un punto de partida histórico diferente pero con el mismo objetivo estratégico, siguen una diferente política a favor de los monopolios, sobre todo bajo el impacto de la crisis económica capitalista de 1973. En condiciones de antagonismo creciente y de internacionalización más rápida, la estrategia contemporánea que apoya la rentabilidad capitalista abandona las recetas neokeynesianas que fueron útiles sobre todo en países que habían sufrido daños de guerra. Procede a extensas privatizaciones, fortalece la exportación de capitales, disminuye y gradualmente suprime las concesiones que había hecho sobre todo en el sector social, con el objetivo de detener el movimiento obrero que fue influenciado por las conquistas del socialismo y, en especial, para comprar a una parte de la clase obrera y de sectores sociales intermedios.
Esto se demuestra también por el hecho de que la política pro-imperialista contemporánea tiene un carácter mundial; no es una forma de gestión coyuntural, sino una opción estratégica, dado que se adoptan medidas antipopulares y antilaborales para contrarrestar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia en casi todos los países, no sólo en la Unión Europea, sino también más allá, sobre todo en América Latina. Las medidas que están encaminadas a la eliminación de las conquistas laborales se toman tanto por los gobiernos liberales como por los socialdemócratas, tanto por la centroizquierda como por la centroderecha.
La restauración capitalista dio al imperialismo la oportunidad de lanzar una nueva ola de ataques con menor resistencia, con la ayuda del oportunismo que se había fortalecido, mientras que se formaron nuevos mercados en los antiguos países socialistas. Como resultado, se debilitó la unidad entre las potencias dirigentes contra el socialismo que ponía en segundo plano las contradicciones entre sí. Estalló una nueva ronda de contradicciones interimperialistas sobre el reparto de nuevos mercados lo que dio lugar a las guerras en los Balcanes, Asia, Oriente Medio y África del Norte. En esta guerra tomaron parte también Estados que no estaban integrados en las uniones interestatales imperialistas. Esto demuestra que el sistema imperialista existe como sistema mundial. En ello se incorporan todos los países capitalistas, incluso los que están atrasados o que tienen residuos de formas de economía precapitalistas. Las potencias dirigentes están en la cima; entre ellas existe una fuerte competencia y los acuerdos establecidos son de carácter temporal.
A finales del siglo 20 había tres centros imperialistas desarrollados principalmente después de la Guerra Mundial: la Comunidad Económica Europea que posteriormente se convirtió en la Unión Europea, los EE.UU. y Japón. Hoy en día, los centros imperialistas  han aumentado y han surgido nuevas formas de alianza como la alianza que tiene en su núcleo a Rusia, la alianza de Shangai, la alianza de Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica (BRICS), la alianza de los países de América Latina ( Mercosur, ALBA) etc.
La política imperialista no está ejercida solamente por los países capitalistas que están en la cima sino además por los de otros niveles, incluso por los que tienen fuertes dependencias de las potencias mayores, como potencias regionales y locales. Hoy día, en nuestra región, tal es el caso de Turquía, Israel, los estados árabes, y tales potencias a través de las cuales el capital monopolista ocupa nuevo terreno se encuentran también en África, Asia, América Latina, y como consecuencia de ello tenemos el fenómeno de dependencia e interdependencia.
La dependencia e interdependencia de las economías por supuesto no son iguales. Están determinadas por la fuerza económica de cada país, así como por algunos otros elementos militares y políticos dependiendo de los lazos de alianza particulares.
Aunque uno o varios países están al nivel más alto y son los líderes de la internacionalización capitalista y en el reparto, no dejan de estar bajo un régimen de interdependencia con otros países. Por ejemplo, en Europa, Alemania puede que sea la potencia dirigente, sin embargo las exportaciones de capitales y bienes industriales dependen de la capacidad de los estados europeos de absorberlos. Ya en China, debido a la crisis, esta posibilidad ha empezado a limitarse y por eso los círculos dirigentes del gobierno así como sectores de la burguesía, sobre todo en la industria, reflexionan y se preocupan.
El curso de la economía de los EE.UU. depende en gran medida de China, así como de los intereses opuestos en la Unión Europea; la batalla de dólar, euro y yen es visible.
En las Tesis del 19o Congreso se destaca que la tendencia de cambio en la correlación de fuerzas entre los estados capitalistas se refleja también en la participación de los países en el flujo de capitales en forma de Inversiones Extranjeras Directas (IED), así como en las reservas de capitales en forma IED que han fluido.
Está aumentando el número de los estados satélites de potencias imperialistas fuertes, países capitalistas regionales que juegan un papel particular en la política de alianzas y de afiliación de una u otra potencia de la pirámide. Las contradicciones interimperialistas están en vigor en cada forma de alianza y todas estas relaciones multifacéticas que abarcan todos los países capitalistas del mundo, sin excepción, constituyen la pirámide imperialista.
Nuestra referencia a esto no significa en absoluto que estamos de acuerdo con las posiciones sobre el “ultra-imperialismo” como nos acusan erróneamente. ¡Todo lo contrario! Resaltamos siempre que en el sistema imperialista, que lo representamos con la forma de una pirámide, siguen desarrollándose y manifestándose fuertes contradicciones entre los estados imperialistas, entre los monopolios por el control de las materias primas, de las rutas de transporte, de las cuotas de mercado etc. La burguesía puede que forme un frente común para la explotación más eficiente de los obreros, pero siempre afilará sus cuchillos a la hora de compartir el “botín” imperialista.
Además, es ridícula la acusación de que la referencia a una “pirámide” es un “enfoque estructuralista” del imperialismo. Lenin, como es bien conocido, utilizó el esquema de la “cadena”. El esquema que se utiliza en cada ocasión es una manera de ayudar a los trabajadores a comprender la realidad del imperialismo como capitalismo monopolista, como capitalismo que está podrido y muere, en el que están incorporados todos los países capitalistas, según su fuerza (económica, política, militar etc). Esto está claramente en conflicto con el llamado “enfoque cultural” del imperialismo que, al igual que hizo Kautsky, separa la política del imperialismo de su economía. Lenin señalaba que este enfoque nos llevaría a la evaluación errónea de que los monopolios en la economía pueden coexistir en la política con un tipo de actividad no monopolista, no violento, no depredador.
El desarrollo desigual se hace aún más evidente, no sólo entre los países capitalistas poderosos en comparación con los más débiles, sino también en el núcleo duro de los países más poderosos. Cabe señalar que en Europa está creciendo la brecha entre Alemania, por un lado, y Francia e Italia por el otro. Sin embargo, el fenómeno más importante y característico es la disminución de la participación de los EE.UU., de la UE y de Japón en el Producto Bruto Mundial. La zona euro ya no mantiene la segunda posición, se ha caído a la tercera, mientras que la segunda posición ha sido ocupada por China. Ha aumentado la participación de China e India en el producto bruto mundial mientras que la participación de Brasil, Rusia y Sudáfrica se mantiene estable.
Por lo que respecta al capital que constituye el stock de IED, es notable la tendencia de fortalecimiento de los capitales de origen o con destino final las economías emergentes del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). China se refuerza como destino de IED y está aumentando su participación en el stock de IED, sobre todo después del estallido de la crisis capitalista en 2008. Como exportador de capitales está aumentando su participación en las salidas mundiales de IED que se duplicaron con creces en los años 2007-2009 y se han mantenido a un alto nivel desde entonces.
En cambio, tiende a reducirse la participación de las economías capitalistas desarrolladas con respecto a la entrada y salida de capitales de IED después del estallido de la crisis. Por supuesto que no pierden su primacía (manteniendo una distancia del grupo anterior de países), ya que en medio de crisis la mayor parte se dirige o proviene de los EE.UU. y de los países de la Unión Europea.
Una tendencia similar se está desarrollando con respecto a la participación en las importaciones y exportaciones de mercancías. La participación de China se está reforzando de modo constante con respecto a la totalidad de exportaciones de mercancías así como al conjunto de las importaciones. La participación correspondiente de India se está fortaleciendo pero a un ritmo mucho más lento, mientras que Rusia, Corea del Sur y Sudáfrica se están moviendo con un ritmo constantemente creciente.
Los únicos países miembros de la OCDE que superan a los EE.UU. en la productividad (volumen de producción por unidad de tiempo) son Noruega, Irlanda, Luxemburgo y se acercan a Alemania, Francia, Bélgica y los Países Bajos.
En las Tesis del 19º Congreso se hace hincapié en que los cambios en la correlación de fuerzas entre los estados capitalistas aumentan la posibilidad de un cambio general de la posición de Alemania en relación con el tema de las relaciones euro-atlánticas y el reordenamiento de los ejes imperialistas. Los factores decisivos en este desarrollo son, por un lado, las relaciones de interdependencia de las economías de EE.UU. y de la Unión Europea y, por otro lado, el antagonismo entre el euro y el dólar como monedas de reserva internacional y el fortalecimiento de la cooperación entre Rusia y China.
Sobre la posición de Grecia en el sistema imperialista
Los que hablan de subordinación y ocupación no reconocen la exportación de capitales de Grecia (un rasgo característico del capitalismo en la fase imperialista), que fue significativa antes de la crisis y sigue sin disminuirse en condiciones de crisis. La exportación de capitales se lleva a cabo para inversiones productivas en otros países y, por supuesto, en los bancos europeos hasta que se formen las condiciones para que vuelvan a entrar en el proceso de asegurar el máximo beneficio posible. Ellos ven la escasez de capitales en vez de la sobreacumulación.
Elllos no ven el problema de la sobreacumulación porque entonces se verían obligados a admitir el carácter de la crisis económica capitalista, que haría saltar por los aires su propuesta política pro-monopolista. Los partidos burgueses así como los oportunistas, a pesar de las diferencias parciales entre ellos, defienden la protección de la competitividad de los monopolios nacionales (domésticos), que inevitablemente traen en primer plano las reestructuraciones reaccionarias, aseguran una fuerza de trabajo más barata, intensifican la intimidación estatal, la represión y el anticomunismo,  al mismo tiempo que centran la atención en la expansión del capital griego en la región (Balcanes, Mediterráneo Oriental, zona del Mar Negro). Se trata, entre otras cosas, del círculo vicioso que conduce a un nuevo y más profundo ciclo de crisis.
Lenin, en su obra sobre el imperialismo, añadió que la comparación no se puede hacer entre los países capitalistas desarrollados y atrasados, sino entre la exportación de capitales, un asunto que los oportunistas en todas partes no quieren y no se atreven a reconocer, porque este criterio refuta su punto de vista con respecto a la ocupación de Grecia, la colonia griega.
Todos estos datos confirman también que, desde este punto de vista, la lucha contemporánea debe tener una dirección antimonopolista, anticapitalista, que en ningún caso no puede ser solamente antiimperialista con el contenido que dan los oportunistas a este término, que identifican el imperialismo con la política exterior agresiva, con la desigualdad de relaciones, con la guerra, con la llamada cuestión nacional, desligada de la explotación clasista, de las relaciones de propiedad y de poder.
Es un hecho que la adhesión de un país a una alianza interestatal imperialista, e incluso con una forma más avanzada como es la Unión Europea, limita algunas capacidades de maniobras tácticas desde el punto de vista de la burguesía. Por ejemplo, minimiza los márgenes y las posibilidades de maniobras en la política monetaria ya que esta está bajo la jurisdicción del Banco Central Europeo. Pero este asunto no tiene que ver solamente con el período de la crisis, ya que se habían firmado acuerdos entre los estados miembros mucho antes -20 años antes del estallido de la crisis en la zona euro-, según los cuales se ceden derechos nacionales-estatales conscientemente, se reconoce la primacía del derecho europeo en muchos asuntos, independientemente del hecho de que la zona euro y la Unión Europea en general no tienen una forma federal. Esta tendencia, precisamente, que demuestra el interés clasista de la burguesía, se expresará en la promoción de elementos de federalización de la Unión Europea si se superan los respectivos desacuerdos interimperialistas.
La situación en África, en regiones de Eurasia y en Oriente Medio confirma que todos los países capitalistas están incorporados en el sistema imperialista internacional, independientemente de si tienen la capacidad de asumir la responsabilidad de llevar a cabo una política expansionista. En cualquier caso, el siglo 20 y el siglo 21 demuestran que incluso los EE.UU., la principal potencia imperialista, no puede manejar independientemente los asuntos mundiales del imperialismo si no tiene ayuda múltiple y el apoyo de sus aliados, si no forma alianzas, al menos temporales. Grecia no es solamente un estado miembro de la Unión Europea y de la OTAN; es un país que tiene una alianza de importancia estratégica con los EE.UU., debido a su posición geográfica como encrucijada de tres continentes: Europa, Asia y África, siendo una importante base militar de lanzamiento de ataques y de suministro para las operaciones militares, un país por medio y al lado del cual pasan los tubos de petróleo y de gas natural. A lo largo del siglo 20, así como del 21, cuando fue necesario, contribuyó a las operaciones de guerra y al mantenimiento de la paz imperialista, así como en el caso de la guerra en Yugoslavia, en Afganistán, en Irak y Libia con fuerzas militares, y además mostró su disposición en el caso de una guerra contra Siria.
Por lo tanto, la posición del PCE que Grecia pertenece al sistema imperialista, que está orgánicamente integrada y que desempeña un papel activo en la guerra como aliado de los principales actores, está completamente justificado. Se trata de una decisión a favor de los intereses de la burguesía que, de hecho, llamó dos veces al imperialismo británico y estadounidense a aplastar al pueblo armado con fuerzas militares, armas y operaciones militares.
Los oportunistas contemporáneos, cuando quieren destacar la necesidad de que su burguesía no sea el “pariente pobre” en cuanto al reparto de los mercados, recuerdan la cuestión nacional, pero cuando se trata del asunto de la lucha por el socialismo, entonces declaran o bien que el socialismo será mundial o que no se puede llevarse a cabo en un solo país. Renuncian a la lucha en el ámbito nacional, es decir, rechazan la necesidad de agudizar la lucha de clases, la necesidad de preparar el factor subjetivo en condiciones de situación revolucionaria.
La lucha por la liberación del hombre de toda forma de explotación, la lucha contra la guerra imperialista, no puede tener una evolución positiva si no se combina con la lucha contra el oportunismo. Independientemente de la fuerza política del oportunismo en cada país, este no debe ser subestimado o juzgado con criterios parlamentarios, puesto que la raíz del oportunismo se encuentra en el propio sistema imperialista, porque la burguesía cuando se da cuenta de que no puede gestionar sus asuntos con estabilidad, se apoya se apoya oportunismo como una visión generalizada, como partido político, con el fin de ganarse tiempo para reagrupar el sistema político burgués, para socavar el crecimiento constante del movimiento obrero revolucionario. La concentración de fuerzas, la alianza de la clase obrera con los sectores populares pobres de los trabajadores autónomos, objetivamente debe desarrollarse en una dirección firmemente antimonopolista y anticapitalista, dirigirse a la adquisición del poder obrero. La dirección antimonopolista,  anticapitalista expresa el compromiso necesario, pero avanzado, entre el interés de la clase obrera de eliminar toda forma de propiedad capitalista -grande, mediana y pequeña- y las capas que son oscilantes debido a su naturaleza (por su posición en la economía capitalista), que tienen interés en la abolición de los monopolios, en la socialización de los medios de producción concentrados, mientras que al mismo tiempo están imbuidas de la ilusión que tienen interés en la la propiedad pequeña privada. No pueden entender que sus intereses a largo y medio plazo se pueden servir solamente por el poder socialista. La ilusión de que cualquier otro compromiso puede tener éxito en condiciones del capitalismo monopolista, es decir, en la fase imperialista del capitalismo, es perjudicial, utópico, ineficiente.
El PCE, en condiciones en que no existe una situación revolucionaria, tiene como objetivo no sólo prevenir el curso decadente, no sólo lograr algunas concesiones temporales, sino además preparar el factor subjetivo, es decir, el partido de la clase obrera y de sus aliados, para llevar a cabo sus tareas estratégicas en condiciones de situación revolucionaria. En estas condiciones, que no se pueden predecir de antemano -hay que tomar en cuenta la profundización de la crisis económica, la agudización de las contradicciones interimperialistas que llegan hasta el punto de conflictos militares-, es posible que se creen estas condiciones previas y desarrollos en Grecia. En las condiciones de la situación revolucionaria, el papel de la preparación organizativa y política de la vanguardia del movimiento obrero, del Partido Comunista, es decisivo para la agrupación y la orientación revolucionaria de la mayoría de la clase obrera, especialmente del proletariado industrial, para atraer a los sectores dirigentes de las capas populares.


Artículo para El Machete, Revista de teoría y política del Partido Comunista de México, escrito por Aleka Papariga Secretaria General del Partido Comunista de Grecia. Reproducido en http://www.lamanchaobrera.es/
Los días 11-14 de abril de 2013 se celebrará el 19º Congreso del KKE cuyo tema básico, aparte del informe de las actividades y de las tareas hasta el próximo 20º Congreso, es la elaboración del Programa del Partido y de sus Estatutos.

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