Latinoamérica no debe relajarse y pensar que la bonanza de las materias primas durará para siempre. La región descansa demasiado en el comercio de estos productos básicos. En eso coincidieron los panelistas que este viernes participaron de un debate sobre integración productiva y coordinación macroeconómica en la última jornada del congreso anual de la heterodoxa Asociación de Economía para el Desarrollo de Argentina (AEDA).
En una investigación que vincula la calidad de la inserción de los países latinoamericanos en el comercio mundial con el crecimiento de su renta, una investigadora de la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil), Eva da Silva Catela, advirtió de que los procesos de apertura económica de la década del 90 en Latinoamérica no provocaron una especialización productiva en sectores intensivos en mano de obra o tecnología sino una profundización en los intensivos en capital y recursos naturales. Entre 1990 y 2009, el periodo analizado por Da Silva Catela, no se registra una tendencia “clara” de crecimiento de la participación latinoamericana en el comercio global. Las únicas excepciones son México y Brasil, pero forma “intermitente”, según la profesora de la Universidad de Santa Catarina. En el caso mexicano, el incremento responde a que se importan más insumos para ensamblarlos y después reexportarlos, el esquema de maquila, que no añade valor local, según Da Silva Catela. En el caso brasileño, el alza obedece a una caída de la participación de las exportaciones industriales y una subida de las de materias primas.
En la investigación, los países latinoamericanos se mantienen durante todo el periodo como países de renta media, con crecimiento volátil y fuertes desigualdades. Da Silva Catela alerta de que en 2007 la participación de las exportaciones de bienes primarios y manufacturados sobre la base de recursos naturales sobre el total de las ventas externas alcanzaba el 95,4% en Venezuela, el 92,5% en Ecuador, el 90% en Chile y más del 80% en Bolivia, Paraguay y Perú. En Argentina, Colombia y Uruguay la proporción superaba el 60% y en Brasil llegaba al 54%, “una participación muy elevada cuando se la compara con economías desarrolladas”, según la profesa de Santa Catarina.
En la misma mesa redonda, las economistas Mariela Bembi, de AEDA, y Andrea Molinari, del Instituto Interdisciplinario de Economia Política de Buenos Aires, presentaron un trabajo sobre la medición de la integración productiva. Molinari comentó que “hay potencial para una mayor” complementación entre las industrias de los países de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela), aunque de momento es “baja, pero creciente”.
Las investigadoras citan otro documento de sus colegas Fernando Porta y Jésica de Angelis, ambos del argentino Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior, que advierten sobre el escaso comercial intraindustrial (dentro de la cadena de valor de una misma rama fabril) en Mercosur. Solo se destaca este intercambio entre Argentina y Brasil, pero sobre todo en la industria del motor. Bembi y Molinari también mencionan una investigación de Rômulo Cunha Corrêa, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, que señala una caída de la participación de Brasil en las cadenas globales de valor entre 2000 y 2005 por una reprimarización de sus exportaciones. Molinari atribuyó la falta de integración industrial, viejo anhelo de Mercosur, a la “falta de entramado productivo de los países” y a “problemas para la asociatividad de empresas y para el fondeo de las pymes”.
“Si hay precios altos de las materias primas, ¿para qué vamos a hablar de integración productiva, de integrar sectores de alta tecnología?”, ironizó el otro expositor del panel, Ricardo Rozemberg,que junto a su colega Guillermo Rozenwurcel, ambos profesores de las universidades de Buenos Aires y de San Martín (Argentina), se refirieron a las oportunidades para una coordinación macroeconómica regional. Rozemberg opinó que cuando no hay crisis, los países no tienen interés por coordinar políticas y cuando ocurren, resulta difícil hacerlo. El economista abogó entonces por la creación de un fondo de reservas de los países de Mercosur para auxiliar a los que estuvieran en problemas. Una de las alternativas consiste en ampliar el ya existente aunque pequeño Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), que nació en 1978 y está integrado por Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela. El año pasado la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur, que está integrada por los 12 países de la región) celebró varias reuniones para discutir la incierta situación económica mundial y en ese ámbito se analizó la opción de agrandar el FLAR, pero los encuentros no se volvieron a repetir en los primeros ocho meses de 2012.
En los últimos años, los países latinoamericanos han ido acumulando sus propias reservas, pero esta política que confiere seguridad y fortaleza en tiempos de crisis también tiene sus costes, según Rozemberg. “Se podría estar haciendo otra cosas más rentables con esas reservas que solo acumularlas”, opina el investigador, que además considera que los países grandes tienen menos incentivos de sumarse a iniciativas como el FLAR. La moderadora del panel, Eugenia Aruguete, asesora del Ministerio de Economía argentino, reconoció que una de las dificultades para la ampliación del FLAR radica precisamente en las “fuertes asimetrías” entre los vecinos de la región.
“Mercosur ha tenido dificultades para concertar intereses, a pesar de que sus gobernantes están más cercanos políticamente”, se refiere Rozemberg a los gobiernos de izquierda y centroizquierda de Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y el que tenía Paraguay hasta que el Congreso de ese país destituyó en juicio veloz al presidente Fernando Lugo. “No se verificaron acuerdos más complejos porque cada país tuvo muy en cuenta su economía nacional. Por ejemplo, la revalorización de los recursos naturales y la mejora de los términos del intercambio (la relación entre los precios de las exportaciones y las importaciones) llevó que a Brasil creciera en forma moderada, apreciando su moneda y con inflación baja, mientras que Argentina creció mucho, apreciando algo su moneda y con inflación más alta. Brasil no ha tenido una política de captar la renta que produjo el alza de las materias primas. Argentina sí captura esas rentas extraordinarias para reorientarlas. Hay riesgo de enfermedad holandesa (desindustrialización) en Brasil, mientras que en Argentina no se ve tanto”, ejemplifica Rozemberg la descoordinación. Aruguete opinó que los procesos económicos de los últimos años favorecieron o no impidieron las asimetrías entre los socios de Mercosur, al tiempo que Brasil ha consolidado su superávit comercial con todos los otros miembros del bloque.
En el congreso de AEDA también desfilaron altos funcionarios y economistas heterodoxos que se refirieron a la situación económica de Argentina. Les recomiendo los siguientes artículos al respecto:
-El ministro de Economía de Argentina, Hernán Lorenzino, no descarta la emisión de deudahttp://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-201180-2012-08-16.html
-Recomendaciones para que Argentina emprenda una reforma que haga más justo su sistema tributariohttp://www.nosis.com.ar/SitioNosisWeb/ultimas-noticias-principal/76641/economistas-oficialistas-piden-mayor-reforma-fiscal.aspx
-El gerente general del Banco Central de Argentina, Matías Kulfas, opina que los bancos ganarán dinero cuando cumplan la nueva obligación de prestar para la inversión http://noticias.terra.com.ar/bancos-tienen-margen-de-ganancia-con-creditos-a-la-produccion,290080df1ac29310VgnVCM4000009bcceb0aRCRD.html
-El embajador argentino en Francia, Aldo Ferrer, enumera una serie de problemas económicos de su país: la inflación, el equilibrio fiscal y de las cuentas internacionales, la apreciación cambiaria, la "eventual" pérdida de competitividad y la fuga de capitales http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-201264-2012-08-17.html
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