El País
Madrid, 11 de mayo de 2013
Ricardo Carneiro es el actual director
del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) en representación de Brasil.
Economista de 61 años, siempre se ha inscripto dentro del pensamiento
desarrollista latinoamericano. De familia latifundista del estado de Pernambuco
(nordeste del país), de joven militó en el Partido Comunista Brasileño (PCB),
después pasó por el poderoso Partido del Movimiento Democrático Brasileño
(PMDB) y finalmente recaló en 1989 en el Partido de los Trabajadores (PT) de
Luiz Inácio Lula da Silva. En 2002, cuando ganó por primera vez unas elecciones
presidenciales, Lula prefirió aplicar una receta económica más ortodoxa y por
eso escogió a Antonio Palocci como ministro de Hacienda, en lugar de Carneiro u
otro economista más reformista. Carneiro se quedó entonces dando clases en la
Universidad de Campinas, pero finalmente en 2012 la presidenta de Brasil, Dilma
Rousseff, lo designó en el BID. Pese al bajo crecimiento actual de su país,
confía en que ha llegado una etapa más productiva. Desde su oficina en
Washington, dialogó con El País.
Pregunta: -¿Qué responde cuando en EE
UU le preguntan cómo está la economía de América Latina?
Respuesta: -No se puede tratar a América Latina
como un todo homogéneo, sino una de América Latina del norte y otra del Sur. La del norte va desde México a Panamá, dependo mucho de la demanda
de EE UU, inclusive no solo por el comercio sino también por el mercado de
trabajo, que está integrado. La trayectoria de la economía de EE UU va a
mejorar y puede haber beneficios de cierto encarecimiento de la mano de obra
china. Con una recuperación más firme de la economía de EE UU, su mercado de
trabajo está recuperándose. Pero hay alto nivel deuda de las empresas, las
familias y los gobiernos y eso problematiza el crecimiento económico futuro de
EE UU, su velocidad de expansión será menor que a principios de los 2000 y no
impactará significativamente en el mercado de trabajo. Además, el sector
tecnológico es muy poco empleador y eso tiene implicancias para Latinoamérica.
Más de 15 millones de trabajadores latinoamericanos viven en EE UU. No solo
interesa la recuperación de la economía de EE UU sino sus características. De
eso depende el norte de Latinoamérica, y no veo una mejora sustantiva.
P: -¿Y Sudamérica?
R: -Hoy está mucho más conectada con a
Asia que con EE UU y la Unión Europea. Es una región más integrada con todo el
mundo, más productora de materias primas. El
desempeño de China ya se ha desacelerado, pero sigue en un nivel significativo.
Además China articula al resto de Asia, incluido Japón. Esa parte del mundo
tiene un peso muy significativo, va a continuar creciendo, más que EE UU y la
UE, y eso crea para la región cierto nivel mínimo de dinamismo. Esto no ocurría
en el pasado, antes éramos más cíclicos. Esto es significativo para las
materias primas. China les da cierta estabilidad de precios. También puede
estabilizar mucho a Sudamérica el desempeño de Argentina y Brasil, que son
economías de grandes mercados internos. La recuperación de EE UU también es
importante, pero en tercer lugar. Estos tres factores tienen hoy mayores
posibilidades de recuperación, pero no es el mismo contexto internacional que
hubo de 2000 a 2008. Tampoco veo una desaceleración de mucha magnitud como las
del pasado. Estamos mejor que en desaceleraciones anteriores. Estos países
sudamericanos van a depender más de lo que suceda en el mercado interno.
P: -¿Por qué?
R: -Porque en el contexto internacional
China es un elemento dinámico, pero EE UU y la UE siguen pesando en el PIB
mundial. Solo el hecho de que la UE crezca poco en los próximos años, hará que
haya menos crecimiento mundial. China desacelera y eso tiene impacto
internacional, aunque no será un impacto desestructurante.
R: -Yo veo la situación brasileña con
más optimismo que la prensa y los mercados financieros. En los últimos dos años
Brasil está haciendo una transición desde un modelo que tenía el consumo como
elemento más dinámico a otro que, sin desplazar el consumo, tiene a la inversión
como elemento más dinámico. El gran aumento del consumo creó una presión en la
infraestructura y en el balance de pagos. Hay ahora un amplio programa de
política económica, con inversión pública significativa, con concesiones, más
financiamiento público, exoneraciones fiscales, cambio de precios relativos,
bajada de tipos de interés y de las tarifas energéticas. Son cambios significativos. Sus resultados se están demorando más
de lo pensado, pero hay que ver el impacto desfavorable de la crisis
internacional. Ahora se apunta a un modelo de crecimiento más alto, de largo
plazo, con mucha sustentación porque esta comandado por la inversión. Si se
consolida, será un factor de estabilización para la región.
P: -¿Y México cómo está?
R: -Es una economía muy integrada y complementaria con EE UU. Por la
apreciación de la moneda china, parte de cadena productiva, como la automotriz,
se benefició. El problema es que es muy dependiente de EE UU y tiene menos
dinamismo en el mercado interno. Argentina
es una economía diferente, de tamaño menor, pero con exportaciones que dependen
de Asia y, por tanto, está en una posición sólida en el largo plazo. Más allá
de los problemas de corto plazo que pueda tener, ha invertido mucho en
tecnología de los alimentos, cuya demanda va a ser fuerte en los próximos años.
Argentina depende más de la demanda internacional de alimentos que Brasil y
tiene una renta per cápita alta. Las condiciones estructurales de Argentina son
favorables. Brasil puede ser un factor de estabilización para Argentina.
P: -¿Qué problemas ve en la economía
latinoamericana?
R: -Los problemas son los de siempre.
Tenemos un problema más general que son las asimetrías del sistema
internacional. Nosotros (por los sudamericanos) tenemos lazos muy fuertes con
China y el Sur en general, pero los lazos financieros son con la economía de EE
UU. Hay que intentar limitar el impacto de los shocks financieros.
Esta política monetaria de EE UU creó mucha liquidez, es un problema y nosotros
tenemos que regular muy eficientemente el control de capitales. Tenemos que
buscar un perfil de política económica para protegernos de esos shocksfinancieros.
Brasil avanzó en eso. Otra cuestión es que Brasil y Argentina, que son grandes economías, hoy
no son vulnerables en sus balances de pagos, pero no se incorporaron de manera
progresista a las cadenas de valor de las industrias de alta tecnología. ¿Cómo
hacemos para incorporarnos a esas cadenas productivas? Es un problema el
intento de sumar contenido local a las cadenas productivas de la industria en
general, y más en las de alta tecnología. Ése es el grande desafío. El resto es sintonía más fina. En Brasil tenemos que avanzar hacia
la reforma fiscal. Si se hace, mejora la eficiencia, pero no es decisiva. Lo
decisivo es evitar shocks financieros y tener una política de
incorporación de industrias de más alta tecnología. El resto se puede hacer con
mayor o menor velocidad.
R: -Creció menos, pero creció bastante.
Brasil es un país más complejo que los demás latinoamericanos. Varios países
crecieron por el impacto del ciclo de precios de las materias primas, pero son
países más especializados y el impacto de los precios es muy mediato. Pero Brasil depende menos de las
materias primas, tiene una economía más diversificada. Recibió efectos positivos, pero no de la misma intensidad. La otra
cosa es que desde los 90 no fuimos capaces de tener más integración de las
cadenas productivas. De parte de nuestro crecimiento se beneficiaron afuera del
país. Brasil además debería rever su cálculo de PIB porque la economía de
Brasil de hoy es mucho más de servicios, algunos de baja productividad y otras
de alta, y la metodología de medir el PIB no capta suficientemente eso.
P: ¿Qué significa para Brasil que un
brasileño, Roberto Azevêdo, dirija ahora la Organización Mundial de
Comercio (OMC)?
R: -Brasil ganó en la OMC con el apoyo
de países en desarrollo, con el apoyo de China, y sin el apoyo de EE UU y la
UE, lo que es muy significativo. Brasil está usando este instrumento en el buen
sentido, para llegar a acuerdos multilaterales. Si no, los países en desarrollo se
ven obligados a hacer acuerdos bilaterales en una situación de desventaja muy
grande. Los países percibieron eso. Hay
que avanzar en acuerdos multilaterales, reforzar el poder de negociación de los
países más frágiles.
P: -¿Tendremos una OMC más
proteccionista? Porque Brasil usa barreras para protegerse, mientras que
México, que postulaba al otro candidato a director general de la OMC, es más
liberal.
R: -No creo que el tema sea eso. Brasil
quiere atender los desacuerdos multilaterales, llegar a acuerdos muy
fuertes, que EE UU y la UE hagan acuerdos no
tan asimétricos. Puede haber controversias, pero
Brasil hace política industrial dentro de las normas de la OMC. No creo que
Brasil sea proteccionista sino que usa instrumentos. La tarifa media (para la
importación) está bajo de lo que podría ser. Pero Brasil hace una opción por un
sistema comercial internacional más justo, más multilateral, mientras México
tiene más de 30 tratados de libre comercio, hizo una opción diferente.
P: -Tienen una diferente política
industrial…
R: -México tiene un conjunto de
limitaciones de política industrial. No se puede hablar de
industria mexicana sino norteamericana y asiática. Está plenamente integrado
con EE UU. La política de contenido local no es una política de México y, en
cambio, puede ser hecha en Brasil porque tiene otra inserción internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario